
Fue así como este agricultor fue desarrollando, en contra del impetuoso río, un sentimiento de animadversión, como si de un ser humano se tratara: Recuerdo que fue en el año 1942, al escribir “El río y su enemigo”, cuando me dije a mi mismo: “Bueno, ahora ya domino el género ya sé escribir cuentos, y a partir de ahora, puedo escribir el cuento que me dé la gana y como me dé la gana” Pero eso fue en 1942 y yo había comenzado a escribir cuentos desde que tenía doce años» (Guillermo Piña Contreras.“Doce en la literatura dominicana”, 1982:64)īalbino Coronado era un campesino que vivía en conflictos permanentes con el río Yuna, cuyas crecidas y avenidas, “dos veces por año, y una cuando menos…” ponían en riesgo los productos que celosamente cultivaba en sus quince tareas de tierra. « - Durante muchos años tuve problemas técnicos que no sabía resolver en mis cuentos.


Cuando pasa por allí, el Yuna ha recorrido ya muchos kilómetros y ha fecundado las tierras más diversas…» (P.57)Ī pesar de que nuestra crítica literaria no incluye a “El río y su enemigo” entre los cuentos clásicos de Juan Bosch (“La mujer”, “Dos pesos de agua”, “Luis Pie”, “Los amos” y “La nochebuena de Encarnación Mendoza”), este, sin embargo, lo sitúa a la cabeza de sus mejores textos narrativos, por cuanto fue a partir de su escritura cuando él, según sus palabras, logró dominar la técnica de tan complejo género literario: «Sucedió lo que cuento en un lugar que está más debajo de Villa Rivas, en las riberas del Yuna. Juan Bosch nos cuenta la historia en uno de sus cuentos magistrales, “El río y su enemigo”, contenido en el volumen «Más cuentos escritos en el exilio» (1962) Dicha historia se inicia señalando el ambiente o marco espacial donde se desarrolla el hecho relatado:
